martes, 4 de noviembre de 2014

Arte Último Alicante en Valencia.
Una exposición de arte se produce cuando existen determinados elementos y condiciones, un contexto social, artístico, que hacen importante mostrar el trabajo de unos artistas, sus conclusiones y sus procesos en marcha. Un proyecto expositivo se plantea cuando realmente existe algo qué mostrar y la necesidad de que entre a formar parte, con la presencia y el rigor debidos, del diálogo de la cultura. Si además se plantea la exposición de un grupo, toma mayor consideración si cabe este debate sobre las diferentes visiones y tendencias artísticas, las relaciones inter o transgeneracionales, en contextos artísticos y críticos más amplios. Lo que es clave para establecer la tensión de la actualidad necesaria para el crecimiento social y cultural. Es obvio que la reflexión y la obra del artista responde a un trabajo en solitario, en su estudio, pero tanto en su formación como en su posterior desarrollo, las obras que han dado una respuesta importante a su tiempo son resultado de ese diálogo dentro de una comunidad de intereses, que puede ser de lo más dispersa y heterogénea, pero siempre hay una conciencia de crear diálogo, de pertenecer, de crear la acción reacción. Sobre todo, si se generan las oportunidades para que el trabajo salga del estudio y se contraste en ese espacio amplio que es la cultura. Manteniendo e incluso persiguiendo la propia individualidad, valiosa en este siglo tan ecléctico.
Esta selección de artistas y obras que presentamos en las salas Ferreres y Göerlich, del Centre del Carmen,  es una de las muchas miradas que puede ofrecer la diversidad de artistas de Alicante. En el trabajo de prospección continuado, realizado en el ciclo expositivo Arte Último 21 días, que se muestra en la Lonja del Pescado de Alicante ya en su tercera edición, hemos contemplado desde el principio la necesidad de mostrar este trabajo más allá de los límites provinciales. La muestra de estos artistas, aun no siendo desconocidos en el ámbito cultural de la capital de la Comunidad, algunos han expuesto individualmente, su exposición colectiva nos remite a esta necesidad de visualizar lo que ocurre en Alicante con mayor presencia, es decir, continuidad, para que realmente tenga efecto tanto en la cultura global de la Comunidad como, por la recepción de su obra y sus efectos, en estos artistas y en la cultura artística de Alicante.
Uno de los principios que ha guiado este proyecto ha sido el convencimiento de que la creatividad no es un patrimonio exclusivo de un espacio, y que dar valor, presencia, al trabajo de los artistas de nuestro entorno es una necesidad, una obligación, de la cultura en estos momentos. Se ha trabajado comprendiendo la complejidad que supone hacer cultura desde un lugar determinado. Por ello se reivindica el mostrar artistas de Alicante que están realizando un trabajo importante, ya sea en su ciudad natal o en conexión con diferentes ciudades del país y del extranjero, pero que comparten el haberse formado dentro de unas condiciones culturales relacionadas. Esta exposición no trata de ser una representación de la totalidad de los artistas de Alicante, evidentemente, eso es imposible dado el número creciente y la diversidad que recogen, pero sí es una manifestación de arte contemporáneo, en conexión con diferentes ámbitos de la creación artística y de la realidad social y cultural de nuestro tiempo.
Existe el deseo de estos artistas, lo que es también el deseo de la cultura de Alicante, de ser contemplados, comprendidos en el ámbito más amplio de la Comunidad Valenciana. No cabe duda de que el intercambio de información entre sus capitales, sobre todo en la dirección Alicante-Valencia, es muy escaso. Y este proyecto fundamentalmente trata de corregir este hecho, iniciando una dinámica que muestre la diversa realidad del arte que se está haciendo en Alicante. En Alicante tampoco se era muy consciente del trabajo que están haciendo sus artistas. Si esta exposición se produce es porque a partir de diferentes proyectos, en diferentes ciudades de la provincia, hemos provocado el que haya una alternancia en la exposición de sus artistas. Es el momento. Se reclama esa presencia necesaria para cumplir con algo tan fundamentalmente democrático como es la igualdad de condiciones y oportunidades. Si Valencia ocupa las salas y museos de Alicante con los proyectos que se piensan y generan desde Valencia, con la exposición continuada de artistas valencianos, la confrontación de vuelta también es necesaria. Porque realmente lo que toda gestión cultural busca es generar estímulos y contrastar el resultado de estos estímulos.
Toda la obra que se aporta en esta exposición contiene en sí misma los elementos de conocimiento suficiente y de actualidad como para ser apreciada y relacionada con los diferentes registros de las corrientes actuales del arte: el video, la fotografía, la pintura, pero también la escultura, la instalación, incluso, la acción en el lugar. En la selección de los artistas, la idea de base siempre ha sido la de mostrar la relación, las conexiones dentro de la diversidad artística actual, por lo que prescindimos de criterios obsoletos como la edad del artista, su género o su tendencia artística. Rompiendo así con algunos de los estándares que han dominado las exposiciones de grupo. Imprimiendo en el espectador la verdadera esencia transgeneracional, diversa, múltiple, del arte contemporáneo. Ni temática, ni restricciones generacionales, solo compromiso con la investigación en los discursos y lenguajes contemporáneos. Lo que conlleva la selección de artistas con una trayectoria contrastada que puede ser más o menos larga, dependiendo del artista, pero igualmente intensa, comprometida. Este proyecto implica una reflexión global, pues hoy lo local no existe sino en contraposición con esta información, a partir de la experiencia de los artistas. Una riqueza que es un derroche desaprovechar y de la que nuestra cultura, la de nuestro entorno inmediato, no se beneficia si no es con estos actos que generan conexiones entre los diferentes profesionales del sector y entre estos y el público. Evidentemente el número de artistas que podría estar aquí es mucho mayor y aumenta cada día. Se pueden plantear muchas exposiciones con esta idea y todas ellas serían distintas, en un debate continuo.
Una exposición colectiva ofrece una diversidad de miradas, cada artista concreta sus inquietudes y cómo quiere verse representado en un proyecto en el que competir y ser uno mismo, con toda la contundencia o sutilidad propias de su investigación. Para ello se ha dispuesto, tanto en la selección de los artistas como en el espacio expositivo, las condiciones para poder captar que cada proyecto artístico plantea una trayectoria, una síntesis o momento de un proceso de investigación, en el que podemos rastrear sus referencias, sus conclusiones y vislumbrar su continuidad. Cada uno de estos artistas está en un momento en el que es capaz de mostrar esa síntesis, desde una formación en la que ha interpretado el conocimiento del arte, de la pintura, de la imagen en la fotografía, de las formas, estáticas o en movimiento, del dibujo, de la geometría, del espacio, de la instalación, la acción, las nuevas tecnologías, los materiales y formatos, la iconografía, el sonido, la abstracción, el concepto…. Las obras expuestas trasmiten la visión culta y libre de la contemporaneidad. El darlas a conocer en su Comunidad es generar la posibilidad de la cultura, de la comprensión y la solidaridad.
Jesús Zuazo nos presenta una investigación pictórica desarrollada en lienzos de grandes formatos, una composición que estudia la relación, la simultaneidad en la fragmentación, del gesto medido, del elemento figurativo, del dibujo, de la virtualidad de la imagen, de la línea…. La pura plástica de la pintura establece nexos con imágenes del Pop, pero también con la abstracción y el diseño. Producto de la visión contemporánea que genera la confluencia de registros. En sus obras plantea la contaminación de técnicas y de visiones: desde los ritmos musicales a la concepción del espacio de las recientes teorías físicas, que vislumbramos en la superposición y composición de los elementos que construyen el cuadro. Qué es la materia, el espacio. Todo este conocimiento está presente en la obra de Jesús Zuazo. Conocimiento que se convierte en las variables entre las que se debate su proceso mental, en estrategias físicas que se manifiestan en su obra. La obra de Zuazo puede ir desde la uniformidad de un movimiento desplegado a lo largo de toda la superficie, hasta la competición de esta diversidad de elementos en distintos planos, generando espacios, conceptos del gesto pictórico y su confluencia.
Otra mirada al espacio sensible, emocional, de la pintura, es la de Elena Aguilera, esta vez originada por el trazo, por el pulso de la línea, en la percepción y vivencia de ese espacio real y ficticio, físico y mental que es la pintura. Elena Aguilera se sitúa también en la gran dimensión, que habita, construye, desde la base del dibujo. Espacio que nos remite a la abstracción pura o a la arquitectura mental, al jardín, ese punto en el que el cuerpo se sitúan entre el cielo y la tierra. La pintura de Elena es la traducción, a través del cuerpo, del espacio, del espacio de nuestra memoria, independientemente de las dimensiones de su cuerpo. En El Carmen nos plantea la acción de pintar, en los grandes paños de la sala central del conjunto Ferreres, unos murales efímeros que compiten con la arquitectura y que van a cumplir una función visual durante el transcurso de la exposición, luego solo quedará la documentación fotográfica. La pintura toma la dimensión mural y arquitectónica, desde una concepción íntima del espacio. En su creación, el ritmo de la línea, su repetición, el contraste de ciclos, de los espacios creados en sus intersecciones, sugieren significados, conceptos plásticos. La línea abstracta que conlleva una visión entre el mundo real y el imaginado, la estructura participativa del espacio plástico, trasunto del vital, no excluye el color, la forma se alimenta de la virtualidad del pulso del dibujo.
Xavi Carbonell, heredero de muchos de los movimientos pictóricos dependientes del expresionismo abstracto y del informalismo, en su evolución constante, casi vertiginosa, define espacios plásticos, sensibles, donde un dibujo intuitivo y directo convive con la reflexión, para producir en el espectador una idea propia de la pintura, en la que se combina fundamentalmente el gesto, la caricatura, el comic, con la mancha extensa y matizada, el vacío significativo y la aglomeración. Pero su gesto responde a una lectura del espacio desde la memoria de los registros del lenguaje sin condicionantes externos, proceso que vemos en los primeros años de la vida de las personas. Una espontaneidad, un vaciarse, en las que autores como Miró, Tapies, el mismo Picasso, Pollock, nos desvelaron la sabiduría de todo lo que encierran unas simples líneas. En esta exposición, un dibujo minucioso, que recuerda al comic, que repite un mono, va estructurando una red en la que el dibujo es la dominante, en esa búsqueda del lenguaje que no es por si misma nada simple, como tampoco lo es el dibujo del niño, al revés, está cargada de sugerencias que son entendibles desde la síntesis: traducir en pocos elementos, significativos, el conocimiento de este lenguaje universal que es la pintura.
Olga Diego también parte del dibujo como ilustración, o instrumento de reflexión, de unas imágenes que la mayoría de las veces construyen historias. En sus propuestas conceptuales, la visualización de sus imágenes a través de su definición en un papel se convierte en necesaria, para resolver su instalación concreta, y también en obra definitiva. Olga experimenta con materiales y procesos poco habituales que aportan otros significados a estas imágenes. En esta exposición con todos estos elementos constructivos, que están en una continua experimentación, nos muestra un momento de este proceso en el que podemos utilizarlos, servirnos de ellos, aunque después sigan su camino, su metamorfosis para solucionar nuevos espacios, nuevos conflictos. La textura de los plásticos, las cañas de bambú, el aire caliente en sus hinchables, las formas abstractas o concretas junto con otros elementos más referenciales como contenedores, la figura humana, tienen su propia definición, su lugar en ese espacio de encuentro o de despojamiento. Construyen un habitáculo para salvarnos, para protegernos. Es el espacio del arte, en el que experiencias vitales, emociones, conocimiento, se convierte en estrategias para encontrarse con uno mismo, para liberarse de cargas superfluas. Es un campo experimental en el que la biografía se convierte en el concepto figurativo y los materiales y las formas en universos sensibles, abstracciones: elementos primordiales y culturales.
El desarrollo de la obra de Inma Femenía tiene su origen en la investigación de la luz como elemento primordial de la percepción humana, que se ha reflejado en la pintura a lo largo de su historia: la experimentación del efecto de un color sobre otro, la transparencia, la veladura en la construcción de volúmenes y formas. A partir de este conocimiento, busca su expresión a través de los valores plásticos que condicionan los lenguajes y estéticas de su tiempo: los medios informáticos, el pixel, la huella digital, las características del software, la percepción y captación de la luz a través del escáner, la impresión de esta huella digital sobre distintos. La generación de imágenes por los programas informáticos, en ordenadores y teléfono móvil, supone un proceso en el cual la función que la luz tiene en los soportes químicos de la fotografía o magnéticos del vídeo es debida al cálculo matemático a partir de la introducción de unos valores. Inma se vale del Glicht, del error producido durante la ejecución de un programa o aplicación, y el análisis de su impresión en diferentes formatos y materiales transparentes, opacos, plásticos de esta imagen digital, lo que obvia la manipulación tradicional, e incluso altera los parámetros espacio-temporales. Inma concreta estas imágenes en soportes físicos o las proyecta sobre superficies reflectantes, generando efectos lumínicos, rebotes de luz, imágenes que vuelve a captar en vídeo. Es la voluntad de abstracción. La inflexión de la luz desde el salvapantallas del ordenador directamente sobre el espacio de la sala es un paso más en esta experimentación de la percepción de la luz en el espacio.
Paco Valverde participa de un planteamiento similar en cuanto al empleo de las técnicas digitales, del Glitch, para reconocerse en el proceso de creación de la imagen con estos medios. Parte de la alteración de los datos digitales con los que se componen la imagen fotográfica, archivos Tif. manipulados por Processing y otros Software, imponiendo un ritmo en la desintegración de sus códigos hasta llegar a la abstracción. En este proceso nos trasmite la secuencia de una imagen sincopada de la realidad en la que la informática nos da visiones no realistas, pero reconocibles en las que se produce una geometría dinámica. La destrucción parcial o total de los códigos y algoritmos que componen los lenguajes de programación le lleva a la valoración del proceso como medio para expresarse, no como un fin. La primera fotografía de lo real será percibida como un conjunto ordenado de unos y ceros, de píxeles, como un código origen para las nuevas representaciones, que van perdiendo la referencia a lo real. Las fotografías son capturas digitales de la misión MER, y pertenecen a la geografía de Marte, pero en ese ejercicio de traducción que conlleva la destrucción de los códigos para ir a la geometría del paisaje, reconocemos la esencia del paisaje y del proceso de nuestra percepción en la comunicación a través de la imagen en los medios digitales.
Santiago Delgado utiliza el vídeo como lienzo de experimentación.  En esta superficie virtual confluyen en un movimiento constante los elementos clásicos de la geometría, círculos, cuadrados, líneas, superficies paralelas, simétricas y estructuras o masas más irregulares. Utiliza la imagen creada desde los programas gráficos informáticos, pero también la imagen capturada del exterior, realizando esa comparación de códigos plásticos desde la misma génesis, la abstracción geométrica, pero introduciendo el movimiento en la imagen. En la geometría juega con los conceptos de las vanguardias, del minimalismo, pero en un mundo pictórico en movimiento. En la imagen fotográfica, que de alguna manera constituye una visión de la realidad, juega con una facultad propia del cine y del video como es la rapidez en el mensaje visual. Una imagen sugerente que desvela al mismo tiempo aspectos que tienen que ver con el mundo de la pintura. Recoge la secuencia visual de la velocidad de los objetos en la que el color y las formas se desplazan y no nos dejan ver con claridad la imagen pero nos advierte de su forma. Es la misma constante de crear la imagen desde los principios de la geometría, desde la destrucción de la referencia real, para dejar la esencia de la forma, del color, la textura.
Elena Jiménez es una artista que al tiempo que desarrolla toda una trayectoria en el arte conceptual, en la instalación, investiga sobre todos los procesos pictóricos y su manipulación gráfica, desde el grabado hasta las últimas tecnologías de imprimación sobre el papel o cualquier otro tipo de material: madera, aluminio…. El concepto en su obra es importante, buscando evidenciar la relación del individuo, de la sociedad con el espacio cultural a partir de los juegos visuales y diálogos de la representación: la perspectiva, el dibujo, la impresión, el recorte, la luz o el reflejo. El análisis de la subjetividad en la visión y la influencia de lo tecnológico, desarrollando metáforas sobre la violencia física y cultural contemporánea. En la instalación, Scraps of words, las imágenes de los carteles publicitarios de los centros de arte y de la información grafica de los eventos de cualquier tipo que vemos en nuestras calles, son recogidas con la mirada que se cuestiona la tradición icónica de la pintura, de los medios de comunicación, muchas veces tratada esta imagen como un logo, introduciéndonos en una variabilidad de desarrollos que la llevan a la instalación. El recurso del texto, la imagen, el fragmento, en su investigación sobre el grabado y sus posibilidades con la inserción de la imagen icónica y los restos de la información visual urbana, construyen un imaginario en el que se evidencia su visión del arte, su conocimiento de la historia del arte y su libertad en esa expresión contemporánea que recoge las diferentes lecturas de los lenguajes de los medios de comunicación de masas, y los registros más complejos.
Pepe Calvo crea su propia técnica, en la fotografía, con el empleo del collage y los acetatos que le proporcionan el juego con el fragmento, la secuencia y la superposición de la transparencia, proceso que hoy desarrolla con las tecnologías informáticas. En EGO, el artista se retrata a sí mismo en la piel de diferentes personajes que forman parte de su imaginario emocional e intelectual. Pero en su interpretación de esta realidad, realiza una investigación formal sobre la imagen del cuerpo, desde las posturas estereotipadas de los reportajes de modas o del cine, a las más eróticas del espacio íntimo, extendiendo esta percepción sensual a la arquitectura, exterior o interior, como espacios escogidos, muy sugerentes, que nos remiten a diferentes momentos y estéticas del XX o del XIX, espacios clásicos o neutros. Una reflexión en imágenes sobre sí mismo, un juego de espejos entre el creador, la cámara y la imagen. Utiliza el recorte, el collage, el desdoblamiento, la fotografía para transgredir el registro documental de la imagen fotográfica, recreando las posibilidades del lenguaje cinematográfico y del surrealismo, que han ido de la mano en nuestra historia para reelaborar conceptos, metáforas, diferentes estrategias de representación.

Eduardo lastres, escultor pero también trabajador de diferentes especialidades como la pintura o la fotografía, nos trae unas obras producidas según la lógica de la mecánica industrial. Desarrollando las posibilidades expresivas, plásticas, de un material como la plancha de acero al pasarla por diferentes troqueles de la fabricación convencional bajo la concepción geométrica del artista. Unos ejercicios modulares de plegados que recrean el espacio de la arquitectura, que a su vez ocupan en una disposición vertical y horizontal sin soportes visibles. El material, acero mate, capta la vibración de la luz en su superficie, en un juego cambiante por el desplazamiento del espectador y las incidencias de la luz en los diferentes planos en los cuales interviene. Dos ámbitos, el vertical y el horizontal, compiten con esas superficies texturadas pero siempre desde las posibilidades que proporciona la industria como lenguaje lógico, funcional, al servicio de otros significados. La referencia al diseño, al lenguaje básico, primordial, a partir del cual asumir la complejidad del arte pero desde esa simplicidad significativa que ha dado lugar a desarrollos múltiples en los grandes autores geométricos: Eusebio Sempere…. La geometría, la luz, el efecto variable de estas líneas, el espacio modular del plano, de la arquitectura: lenguajes, experiencias de arte contemporáneo, ubicando al espectador en silencio o en la confluencia de múltiples voces ante la obra, como habitante de ese espacio físico del arte.

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